EL
MUNDO
7 junio
2023
Estos
son los motivos por los que nos entran sofocos durante la menopausia y así se
pueden mitigar
Gema García Marcos
Ni fin de los días de esplendor, ni
demás profecías apocalípticas. El adiós al periodo fértil implica una serie de
cambios, físicos y emocionales, que nos conduce a una nueva etapa de
autoconocimiento y plenitud.
A estas alturas, hay cosas que ya deberían de ser básicas.
Cosas como que la menopausia no es una enfermedad; que su llegada no hace que
las mujeres nos marchitemos, nos volvamos 'locas' o perdamos, de golpe y
porrazo, todo nuestro atractivo o ganas de gozarla por todo lo alto (en todos
los terrenos). "Menopausia solo significa 12 meses sin regla. Todo lo
negativo que pensamos de esta etapa, connotaciones peyorativas, degradantes,
limitantes y predicciones fatales suelen ser creencias que provienen de lo que
hemos escuchado y leído; de nuestra educación y las historias que nos han
contado", asevera Mar Añó Torres, doctora del
Departamento Médico de Palasiet Thalasso
Clinic & Hotel (Benicàssim, Castellón) y una de
las integrantes del equipo multidisciplinar que integra Equilibrio Mujer, un
programa personalizado de tratamientos orientados a mejorar la calidad de vida
de las mujeres que se encuentran ante esta fase tan importante.
Impredecibles y cambiantes, "no hay dos menopausias
iguales, porque todas somos distintas y la forma en la que la vivimos depende
de nuestra crianza, nuestra educación, nuestras experiencias, nuestra
espiritualidad o, simplemente, de cómo estemos en el momento en el que nos
llega".
Lo que sí es cierto -prosigue Añó
Torres-, es que, en general, "cuando entramos en esta fase, podemos sentir
miedo, o incertidumbre, o curiosidad, o sufrimiento, o tristeza, o liberación,
esperanza... Lo verdaderamente importante es entender lo que está ocurriendo en
nuestro cuerpo, estar bien informadas y ser conscientes de lo que va a pasar,
para tomar las riendas. Y, por supuesto, saber qué podemos hacer para sentirnos
mejor, para evitar riesgos y cuidarnos, porque la salud ha de ser nuestra
prioridad".
Aunque suene tan obvio que decirlo pueda parecer una
auténtica estupidez, lo primero que hay que subrayar es que "la menopausia
es una etapa fisiológica de la mujer, no es ninguna enfermedad".
Para entender mejor por qué se llega a este momento, esta
doctora nos explica que "nacemos con un número determinado de ovocitos en
nuestros ovarios. Es nuestra reserva ovárica y no solo no va a aumentar durante
nuestra vida, sino que, al contrario, la vamos perdiendo con las ovulaciones.
Es más, empieza a mermar incluso antes de la primera regla. Aunque el reloj
biológico de nuestros ovarios es diferente en cada mujer, la edad promedio a la
que dejan de trabajar se sitúa entre los 45 y los 55 años, lo que hace de nosotras
uno de los pocos mamíferos que vive tantos años tras terminar su etapa
reproductiva".
En toda esta revolución interior, las hormonas juegan un
papel fundamental. "Los estrógenos son los responsables de muchas de las
principales funciones del cuerpo de la mujer y casi todos los órganos tienen
receptores para ellos. Son los responsables de la mayoría de las
características del cuerpo femenino, como la distribución de la grasa, más
predominante en caderas, muslos y glúteos; nuestro tono de voz; la producción
de colágeno; el aspecto de nuestra piel: el crecimiento de nuestros pechos: la
densidad de nuestros huesos; la lubricación de nuestra vagina..
Incluso, en nuestro cerebro tenemos receptores de estrógenos".
Pero, ojo, que todavía hay más. "Cuando los ovarios ya
no responden, porque se ha agotado la reserva de óvulos, la FSH (hormona
foliculoestimulante) aumenta mucho para tratar de estimularlos (sin éxito). Por
eso, durante la menopausia sube la FSH y bajan los niveles de estradiol en
sangre. Y ese descenso de estradiol explica los cambios que se producen en
nuestro cuerpo durante esta etapa".
Síntomas físicos más comunes
¿Qué vamos a notar en esta etapa y por qué? Esta doctora nos
saca de dudas:
•
Sofocos. "Afecta al 80% de las mujeres. Normalmente,
son leves, pero un 25% de las que los padecen ven mermada su calidad de vida.
Son síntomas vasomotores que se manifiestan como una sensación de calor brusca
y repentina, que parte del centro del pecho y va subiendo hacia la cabeza y los
brazos. Provoca enrojecimiento, rubor y sensación de pérdida de control. Los
sofocos pueden despertarnos por la noche, impidiéndonos dormir bien y, por lo
tanto, limitando nuestro rendimiento al día siguiente..
Suelen durar entre dos y siete años y cada vez van siendo menos intensos".
Se producen -relata- porque "el centro termorregulador
deja de notar el efecto que producen en él los estrógenos y se estrecha. Esto
nos hace sensibles a cualquier temperatura".
Y, sí, hay factores que hacen que se agudicen sus efectos
como "el estrés, las comidas calientes, picantes o con aditivos (como el
glutamato monosódico), el alcohol (sobre todo los sulfitos del vino) y las
carnes procesadas".
Pasar el trago con resignación no es la opción. "Es
importante recalcar que no hay que aguantarse; los sofocos pueden solucionarse.
Nos merecemos vivir bien, dormir bien, rendir en el trabajo, disfrutar de la
vida y sentirnos bien".
Se solucionan, continúa, "con THM (terapia hormonal de
la menopausia). También, con fitoterapia
(fitoestrógenos). Los más efectivos son los que contienen genisteína que,
además, tienen un efecto antioxidante; ayudan a reducir el proceso de
inflamación que puede haber en nuestro cuerpo; mejoran la calidad de los huesos
y disminuyen el colesterol".
El estilo de vida, como suele suceder en todo lo relacionado
con nuestra salud, es clave. "Nada de tabaco, ni de alcohol. Nuestra
alimentación debe estar basada en productos naturales y ser rica en verduras,
frutas, legumbres, pescado, grasas buenas -como el aceite de oliva- frutos
secos y semillas. Es fundamental estar bien hidratadas con agua o infusiones y
hacer ejercicio moderado, incidiendo en los entrenamientos de fuerza y
disciplinas como el yoga. Vital para que el cuerpo pueda desinflamarse, reparar
daños (sistema linfático) y equilibrar hormonas, el descanso, al igual que una
buena gestión del estrés y las emociones, es otro de los pilares básicos de
nuestro bienestar en este ciclo".
•
Sequedad de mucosas y de piel. "Se traduce, entre otras
cosas, en una sequedad vaginal que puede producir dispareunia (dolor durante
las relaciones sexuales). Este tema es muy importante, ya que puede hacer,
incluso, que se dejen de tener relaciones sexuales, lo que puede deteriorar las
relaciones de pareja, el concepto de plenitud como mujer y la autoestima. ¡Los
orgasmos son terapéuticos!".
Esta especialista señala que, "además, de picores, se
pueden producir infecciones de orina o de la piel, incluso puede molestar hasta
el roce de la ropa, una patología conocida como síndrome genitourinario de la
menopausia".
La buena noticia es que "todo esto puede solucionarse
con distintos lubricantes e hidratantes vaginales".
•
Pérdida de masa muscular. "Este fenómeno empieza a
ocurrir antes de llegar a la menopausia y es uno de los principales motivos por
los que nuestro metabolismo se hace más lento. Puede empeorar si no tomamos
suficientes proteínas y mejorar si cuidamos nuestra dieta y hacemos rutinas de
fuerza que, además de ayudarnos a prevenir enfermedades como la diabetes,
protegen nuestros huesos, ayudan a mantener nuestra estructura corporal y
mejoran nuestra calidad de vida, con lo que nos ayuda a tener una mejor
vejez".
•
Cambio en la distribución de la grasa. "En esta etapa,
en lugar de en la zona de las cartucheras o los glúteos, se acumula en la zona
abdominal, lo que hace que aumente la probabilidad de sufrir una enfermedad
cardiovascular. Por eso, vuelvo a insistir en la importancia del estilo de vida
que se tenga en esta época, ya que si evitamos el sedentarismo, nos movemos,
hacemos rutinas de fuerza, comemos de forma saludable, descansamos bien,
gestionamos nuestras emociones y cuidamos nuestra salud intestinal, nuestro
peso y nuestros contornos no cambiarán tanto durante la menopausia"..
•
Cambio en el aspecto de nuestra piel y cabello: "Se
produce al disminuir la producción de colágeno. Aunque, en este apartado, cabe
señalar que lo que más deteriora nuestra piel es la exposición al sol sin la
protección adecuada".
•
Dolor de articulaciones. "El aumento del estrés
oxidativo en nuestras células, debido también al descenso de los estrógenos, y
la pérdida de colágeno son los responsables. Aquí también influye mucho el
estilo de vida. No dejar de moverse es fundamental, aunque duela. También,
puede resultar de utilidad tomar suplementos de colágeno, aunque hay que saber
escoger muy bien el tipo".
•
Osteoporosis. "Cuando disminuyen los estrógenos, los
huesos pierden densidad y se vuelven más frágiles y susceptibles a fracturas.
En este capítulo, la genética juega un papel muy importante pero, para tener
huesos fuertes es esencial alternar entrenamientos de fuerza y
cardiovasculares. Además, si nuestra alimentación es pobre en calcio, debemos
tomar suplementos, porque si nos falta este mineral, la sangre lo robará de los
huesos y empeorará su densidad. También es importante mantener los niveles
adecuados de vitamina D".
Cambios emocionales
Hasta aquí, los cambios físicos pero, ¿qué pasa con nuestras
emociones? ¿Por qué nos sentimos 'tan raras' al llegar a ese momento? Lourdes
Ramón Segarra, orientadora en Palasiet Talaso Clínica, nos ayuda a comprenderlo. "El
climaterio va acompañado de cambios a todos los niveles -físicos, mentales,
emocionales y espirituales- que cada mujer va a experimentar de una manera
única y diferente. Necesitamos saber e identificar lo que nos pasa; lo que
ocurre en nuestro cuerpo; qué pasa con nuestras emociones y a qué se deben esos
altibajos o cambios de humor que experimentamos y que no podemos controlar. Y,
ante todo, tenemos que entender que estamos ante un cambio evolutivo que va a
requerir de ciertos ajustes, así como también de una mirada comprensiva y
amorosa hacia nosotras mismas y hacia nuestros propios procesos de
evolución".
Ramón Segarra cita a Marianna-Doña
Lola, fundadora de la Arboleda de Gaia, para hacer hincapié en que "la
menopausia es, ni más ni menos, un avance evolutivo privilegio del pueblo de
las mujeres y, desde esta perspectiva, ha de ser celebrada y honrada".
No en vano, "la Medicina tradicional China llama a esta
etapa 'segunda primavera', algo así como una 'segunda adolescencia', debido a
las similitudes que existen entre la menarquia y la menopausia".
Porque si las adolescentes, cuando tienen su primera
menstruación, "experimentan una revolución hormonal y un cambio de
identidad muy profundo, atravesando el puente entre la niña que fueron y la
mujer que serán, iniciándose en la sexualidad y, posteriormente, en la
maternidad", al llegar a la menopausia, nos encontramos ante una realidad
muy parecida. "Nuestra transformación biológica nos va a llevar, de nuevo,
a otro cambio de identidad profundo que nos conducirá desde la mujer-madre a la
mujer sabia y completa. Y toda esta revolución interior, otra vez, requerirá de
un cierto tiempo para completarse y conlleva toda una serie de cambios intensos
en el cuerpo emocional: cambios en el estado de ánimo, cambios de humor,
sensación de falta de energía, ansiedad, irritabilidad...Y en el espiritual;
insatisfacción vital, necesidad de hacer balance de vida; de búsqueda de nuevos
propósitos y sentido de vida".
Aquí vuelven a entrar en juego las hormonas. "Todo el
cambio hormonal que se manifiesta en nuestro cuerpo físico va a ser el puente
para nuestro desarrollo emocional y espiritual. Los estrógenos, una de las dos
hormonas principales (junto a la progesterona) que nos ha acompañado durante
nuestra vida fértil, están íntimamente relacionados con dos de los
neurotransmisores que más inciden en nuestro estado de ánimo: la serotonina
(asociada a la felicidad) y la dopamina (vinculada a la búsqueda del placer y la
recompensa). A más estrógenos, mayor producción de serotonina y dopamina. Pues
bien, durante la menopausia hay una bajada de estrógenos y la actividad de
estos neurotransmisores disminuye, por lo que podemos sentir que nos cuesta más
conectar con la alegría, con el placer y el disfrute".
Por todo esto, precisamente, "nos sentimos tan raras,
porque, realmente, hay unos cambios a nivel fisiológico que nos producen una
alteración en nuestro funcionamiento interno y se expresan en el cuerpo
emocional como alteraciones en nuestro estado de ánimo".
Los cambios de humor, en el fondo, "lo que nos piden es
observar con lupa nuestra vida para saber qué queremos recuperar de todo
aquello que hemos dejado de lado, lo no atendido y lo que dejamos en nuestro
inconsciente, en la sombra. Por lo que estamos ante una gran etapa de
crecimiento personal".
¿A qué 'nos invita' la menopausia? "Lo primero a lo que
nos invita es a una remodelación de nuestro tiempo: es prioritario parar el
ritmo frenético en el que habitualmente estamos inmersas y crear momentos de
silencio y escucha interna para poder conectar con nuestras necesidades, deseos
y con nuestra alma".
Esto debería permitirnos empezar "a desarrollar el arte
del autocuidado y un estilo de vida más pausado y en coherencia con nuestras
necesidades auténticas".
Si nos dejamos sentir, seguramente, "nos daremos cuenta
de que el cuerpo nos pide más descanso y reposo; más momentos de pausa para
vivir nuestros cambios de humor y más mimos en forma de masajes para nuestros
huesos y músculos".
¿Cómo favorecemos que esto ocurra? "Quizás, basta con
pequeños 'gestos' como, por ejemplo, levantarnos media hora antes que los
demás. Podríamos reservar un tiempo de calma para nosotras mismas que, sin
duda, va a provocar un cambio significativo durante el día".
La idea es que "este sea un momento mágico y silencioso
durante el que podamos practicar un poco de meditación o respiraciones
conscientes para, después, desayunar con calma, disfrutando del aroma y del
sabor de los alimentos".
También es importante que "no sobrecarguemos nuestro
día; que prioricemos las tareas preguntándonos: ¿qué es lo importante hoy? ¿Qué
me apetece hacer? Estamos ante un cambio biológico enorme y mágico; dejémonos
guiar por el principio del placer y el disfrute".
Recargar las pilas en la naturaleza, apunta esta psicóloga,
"es el mejor ansiolítico natural porque nos conecta con un ritmo mucho más
lento y una calma en el corazón. Su color verde genera endorfinas, serotonina y
dopamina. Así que habitemos los espacios naturales de forma asidua en nuestra
vida. Ya sea en la montaña o en la playa".
Mover nuestro cuerpo con la actividad física que más nos
haga disfrutar, "además de producir una gran sensación de bienestar, nos
va a ayudar a la sintetización del calcio, lo cual le
sentará fenomenal a nuestros huesos".
La dieta, ya se sabe, también resulta clave.
"Nutrámonos con alimentos ricos y frescos de una manera sensorial. Una
dieta rica en precursores de la serotonina como el triptófano -aminoácido que
se encuentra en el cacao puro, plátanos, frutos secos, etc.- será nuestra mejor
aliada para 'aliviar' los cambios de humor. Gracias a sus propiedades
antiinflamatorias y antioxidantes nos ayudan a proteger nuestro cerebro. En
este sentido, cabe recordar, que la inflamación incide directamente en nuestro
estado de ánimo. Pensemos en el eje intestino-cerebro: toda inflamación en
nuestro intestino alterará nuestras funciones cerebrales. La inflamación nos
pedirá parar y nos dirá: 'Mejor, quédate en casa. No te muevas'. Lo que
generará más tristeza".
También es recomendable "tomar alimentos ricos en
Omega-3, presente en semillas, frutos secos, aceites de calidad, pescados....
¡Todos ellos son alimentos para el buen humor!".
El 'calor humano' es medicina pura. "Es muy importante
compartir momentos especiales con la gente que queremos. Los abrazos con
nuestras personas vitamina producen un aumento en la producción de dopamina y
oxitocina".
Y también lo es el silencio interior. "Basta con 10
minutos al día -por la mañana o por la noche- para estar a solas y en intimidad
con nosotras mismas y dejar que las aguas revueltas entren en calma".
Seguramente, en esos momentos de reencuentro con lo que
somos, podremos descubrir, asegura esta especialista parafraseando a Germana Martín,
consejera, creadora y facilitadora de Talleres Autoconocimiento y Creatividad
Femenina en Mujeres en Círculo, "nuevas o negadas potencialidades para
seguir creciendo, atreviéndonos a ser nosotras mismas ya sin esperar la
aprobación de nadie ni estar sujetas a las demandas del afuera".